Pasar la Navidad con una situación económica complicada no es fácil. A las ganas de reunirse con la familia y compartir se les suma una fuerte presión social ligada al consumo, los regalos y las comidas abundantes. Cuando el bolsillo no acompaña, estas fechas pueden convertirse en una carga emocional pesada.
Sobre este tema reflexiona la psicóloga y terapeuta Gestalt Cristina Castro, quien en una entrevista publicada en España (por Divinity.es) advirtió que atravesar las fiestas con pocos recursos “es todo un desafío emocional”. Sus palabras cobran especial relevancia en un contexto de ajuste y pérdida del poder adquisitivo que atraviesan muchas familias argentinas.
Las emociones que aparecen cuando no alcanza la plata en Navidad
Según explicó Castro en diálogo con medios españoles, cuando las fiestas llegan en un contexto de dificultades económicas suelen aparecer cuatro emociones principales.
La primera es el miedo. “Muchas familias llegan a estas fechas sin saber si podrán cubrir sus necesidades básicas”, señala la especialista. La presión por “cumplir” con los rituales navideños —regalos, mesa abundante, festejo— intensifica la sensación de inseguridad.
También aparece la tristeza. En un momento del año donde todo parece felicidad, luces y consumo, volver a bajar expectativas genera una sensación de duelo que se repite año tras año.
La bronca es otra emoción frecuente. “La idea de que si trabajás duro te va a ir mejor no se sostiene cuando las condiciones de partida no son iguales para todos”, remarca Castro, cuestionando un discurso muy instalado.
Por último, surge la vergüenza, ligada al miedo a quedar afuera. No poder cumplir con ciertos mandatos sociales puede generar la sensación de no estar a la altura o de no “merecer” celebrar.
Navidad sin derroche: qué recomienda la psicóloga
Más allá del contexto económico, la psicóloga asegura que es posible vivir unas fiestas más plenas si se cambia el foco. En la nota original publicada en España, propone algunas claves que también resuenan fuerte en la realidad argentina.
Una de ellas es estar presentes y conectar con el momento. En situaciones de ajuste, solemos poner la atención en lo que falta y no en lo que sí está. “Las personas, los vínculos, los pequeños gestos generan alivio y bienestar real”, sostiene. Un abrazo, una charla, cantar juntos o simplemente compartir tiempo puede tener más valor que cualquier regalo.
Otra recomendación es recuperar la creatividad. “Cuando la economía es ajustada, muchas familias encuentran formas creativas de celebrar sin gastar”, explica Castro. Juegos caseros, canciones, regalos hechos a mano o compartir lo que hay en casa ayudan a fortalecer el espíritu festivo desde lo colectivo y lo afectivo.
La especialista también aclara que valorar lo que se tiene no implica romantizar la precariedad. No se trata de negar las dificultades, sino de habitar el presente mientras se atraviesa una etapa compleja. “Cultivar la cercanía y la creatividad puede hacer que estas fechas se vivan con menos sufrimiento”, afirma.
Disfrutar sin juzgar: un mensaje clave para las mesas familiares
Por último, Cristina Castro pone el foco en algo muy habitual durante las fiestas: los comentarios sobre el cuerpo y la comida. “En Navidad muchas charlas giran alrededor de lo que se come o cómo se ve cada persona”, advierte. Según la psicóloga, estas opiniones están muy naturalizadas, pero generan malestar y pueden arruinar el encuentro.
El mensaje es claro: disfrutar sin juzgar, respetar las diferencias y priorizar el cuidado emocional propio y ajeno.
En tiempos difíciles, la Navidad no tiene por qué ser perfecta. Puede ser, simplemente, un momento de encuentro sincero, sin exigencias imposibles y con menos consumo, pero con más humanidad.